_Contestando a la suya recibida_
Apreciable señorita, recibir su misiva me llenó de alegría,produciendo tan dulce sensación, que, sin dilación paso a contestarle.
Sus escritos son luceros para mis noches oscuras.
Soles, para el corazón cubierto de tinieblas, y luces celestiales para mi alma
que vuela sin rumbo, buscando la transparencia de sus lunas.
Es tanta la dulzura de sus letras, que, no puedo negarle mi admiración.
Admiración que me lleva a decirle las palabras que le remito, con
la esperanza de que sus lindos ojos den lectura a la misma
y mis palabras encuentren cobijo en su corazón.
Si así fuese, y recibiera esa dádiva suya, sería el mas grandioso regalo
que nadie pudiera ofrecerme.
Todo cuanto relata en la suya lo hago mío, y todos sus deseos son mis deseos.
¿Cómo buscar la forma para volar y alcanzar sus cielos?
¿Cómo llegar a poder recorrer sus universos?
¿Cómo alcanzar sus lunas cargadas de misterios?
¿Cómo tendría que hacer para ser mariposa entre sus flores?
¿Cómo hacer para flotar en las aguas de sus mares?
¿Cómo mirar las transparencias de sus lunas exentas de velos?
¿A que dioses debo suplicar para que se fusionen nuestros astros?.
Si esto ocurriera, grande sería el jubilo y alborozo de todas las estrellas
al ver la explosión divina se produciría entre nosotros.
Tus lunas de fuego brillarían con mas intensidad que todos los soles,
y en el baile de fusiones entre nuestros astros, danzaríamos iluminados
por todos los luceros, y al rimo de músicas celestiales
Querida señorita, decir que su carta fue para mi toda una sorpresa,
no por la carta en sí, sí, por el contenido de la misma, donde hace
eco de todo lo que mi corazón anhelaba decirle, y por temor
los fui relegando en la tristeza de mi alma.
Escribo lleno de mil ansiedades. Ansiedades que me consumen
por saber que sentirá su dulce corazón, cuando esta llegue a sus manos.
Como quiera, si sus volcanes no me abrasan. Si sus manos no siento.
Ni me queman los besos de su boca, ni consigo inhalar el néctar de sus mieles,
me consumiré como leño encendido, y, me volveré ceniza que
arrastrará el viento por los lodos del camino.
Querida y soñada señorita de mis noches tristes y calladas soledades.
Soñarte, es el único cielo que invade mi alma, el único placer que recorre
mi ser, al pensar, tus soles iluminan mis campos y sus jardines
me entregan sus flores.
Con ansiedad espero todo lo que dice y yo le cuento, se haga realidad.
Si así ocurre, cielos y mares se atarán en collares de besos y
en el universo sonarán clarines celebrando nuestros amores.
...
Con la luz del amanecer, mis ojos buscan con ilusión su carta
para releerla de nuevo, y poder seguir deleitandome con su escrito.
Tras buscar por todos los rincones esta no aparece,
y, me doy cuenta que su carta nunca existió.
Solo fue un sueño, y la mía producto de mi fantasía.
Lágrimas resbalan por mis mejillas hasta alcanzar mi boca.
Dejando un sabor dulce amargo al ver. Todo fue un sueño.
...
M. Ángel