_El
triunfo del amor_
(Pareados alejandrinos)
La adoraba de forma celestial, silenciosa,
se mostraba graciosa, me miraba mimosa,
provocando con ello mis sensibles
amores,
que convulso anhelaba su pureza, sus flores.
¡Que hermosura tenía, que placer me causaba!,
con airosos andares su caderas cimbraba.
Que locura de rosa por el viento mecida,
se agitaba
la barca cual la mar excitada.
Por la noche la sueño, ¡Que fugaz es la
noche!
y en mis sueños besaba con amor y derroche,
a sus labios divinos, a su boca florida,
que gustosa entregaba de manera encendida.
Al llegar la mañana, nuevamente agonía,
anhelando
la noche quiero vuelva a ser mía.
¡Oh!, locura de amores, mitiguemos el fuego,
consolemos las penas que consumen al ego.
Si se acerca y se para, le diré mis antojos,
mis
amores callados sin temor ni sonrojos,
mis
sentires por ella, por su tierna dulzura,
¡Le diré!, que la adoro, que la quiero en locura.
¿Es casual el encuentro?
¿Fue por ambos buscado?
Con
mirada perdida mi relato ha escuchado.
Pesadumbre, tristeza, desazón me causaba,
al mirar que en silencio, suspiraba y
lloraba.
Tembloroso y nervioso, pregunté los motivos.
del llorar de sus ojos primorosos
y vivos.
Lastimar no intentaba tus sentires de diosa,
ni jamás ofenderte, muñequita mimosa.
Tus
palabras no ofenden, de alegría es mi llanto,
al
oír de tu boca, soy tu amor y tu
encanto.
Las palabras que dices, son igual que las mías
que en silencio guardaba, respirando agonías.
Primorosa
muchacha, disfrutemos de amores,
y al Señor ofrezcamos, oración y fervores,
por haber permitido de manera notoria,
que triunfara
el cariño, para goces y gloria.
Manuel Ángel Calzón Díaz